Me encanta sentir el olor de las sabanas. Buscar cada noche aquel trozo frío de cama. Estirar todo el cuerpo. Como si te fueras a romper. Vivir sin preocupaciones. Con ilusiones. Sin despertadores. Con amores. Esos que duran los cinco minutos más de alarma. Esos que empiezan tapados y que acaban con una pierna fuera. Buscando rozar tu piel con mi pie.
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